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miércoles, 16 de abril de 2014

BTHO

Lo que solía ser una frase asociada exclusiva para Texas A & M deportes para Herrera, Aggie orgullosamente se especializó en la ciencia y tecnología de los alimentos, mientras estaba en el College Station.

Cada semana trajo una oportunidad para que el jugador número 12 para llamar a los Aggies "ganarle el infierno de" un nuevo equipo, y mientras Herrera es un gran fan de los equipos, ella dijo que nunca participó duramente en la universidad.

Ella nunca bebía, nunca fumó, nunca experimentó con drogas: Ella fue la última estudiante que se esperaba que tuviese una insufciencia renal y una insuficiencia hepática.


Ella se retiró de su trabajo como dirigente en la tienda HEB en Boca Chica y se metió en una lucha por su supervivencia en enero de 2013. Estuvo con fiebre durante 40 días, y los médicos en Brownsville la enviaron a la Universidad de Texas Medical Branch en Galveston, donde los especialistas trabajaron para darle un diagnóstico.

"Ellos probaron todo", recuerda, señalando que al menos 50 especialistas la visitaron en el hospital como un desfile interminable de los medicos que simplemente no podían descubrir su enfermedad.

A pesar de una biopsia hepática, una biopsia de médula ósea y docenas de otras pruebas, nadie podía determinar cual era la causa de su bajo recuento de células sanguineas.

El líquido también se estaba acumulando en su estómago como ella dijo ganó 60 libras durante una noche. Los medicos drenaban el líquido, pero su estomago sobresaliente se convirtió en un accesorio, de tal manera que ellas y sus padres le nombraron Mason, como si ella llevara un niño.

Excepto que esta fuera una niña no le gustaba a nadie, dijo, señalando que cada noche cantaban acerca de cómo a nadie le gusta Mason.

"2013 fue un desafío", dijo. "De febrero a mayo, yo no tuve un diagnóstico."

Por aquél tiempo los médicos se centraron en HLH como una posible explicación para sus síntomas, la vida entera de Herrera había sido desarraigada durante meses y sus padres, que estaban a su lado a cada paso que daba, apenas podía recordar lo que era dormir en camas.

Una vez durante una prueba, se acuerda que su médico y su familia la preguntaron sobre sus disposiciones finales, si ella no sobrevivía.

El diagnóstico de HLH trajo las opciones de tratamiento, sin embargo, cuando se sometía a la quimioterapia, a pesar de que la rutina no hizo más que sacudir aún más la vida de Herrera.

La ansiedad apareció a partir del verano de 2013 y se prolongó hasta bien entrado el otoño mientras ella lo comparaba como un trastorno se estrés post-traumático - su vida había dado un vuelco tan rápidamente que en esencia le había dado un latigazo emocional.

Pero a medida que los riñones y el hígado se recuperaban por su cuenta, la esperanza comenzó a tomar fuerza, tanto dentro de ella, sus médicos y sus padres. Herrera y los tratamientos de quimioterapia estaban golpeando a la mierda de su enfermedad.

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